¿Alguna vez existió la "media luna"?

A propósito del referendum revocatorio en Bolivia el 10 de agosto pasado

Los resultados del referéndum revocatorio vienen a romper varios mitos que fueron mediáticamente creados y políticamente defendidos sobre el proceso político boliviano. Veamos.

1. Evo ha perdido el apoyo popular. Fue ampliamente difundido y argumentado en correos electrónicos, periódicos, programas televisivos, etc., que el presidente ya no tenía el respaldo que tuvo hace dos años, pues sus acciones políticas habrían sido sistemáticamente erróneas. Como vemos con los datos, Evo Morales es apoyado por el 67% de la población (13 puntos porcentuales más que en el 2005), lo que es un resultado inédito en la historia del país. Si este resultado hubiera sido una elección, el MAS tendría mayoría tanto en la cámara de diputados como en la de senadores, lo que facilitaría la gestión de gobierno.

2. Hay regiones donde el presidente “no tiene pisada”. Los días antes del referéndum se realizaron tomas de aeropuertos en Tarija, Pando y Santa Cruz, recordando esa torpe tradición golpista de impedir que contrincantes políticos lleguen a otras tierras, tal como sucedió cuando candidatos de la Unión Democrática Popular visitaban Santa Cruz y el aeropuerto El Trompillo fue tomado por grupos armados, allá a finales de los 70 (parece tan lejano, y sin embargo…). Incluso no se permitió la llegada del mandatario a Sucre con amenazas y condiciones completamente descabelladas. Esos grupos ultra radicales que con banderas locales pusieron en vergüenza internacional al país, querían mostrarse –y los medios así lo hicieron- como una mayoría aplastante que repudiaba a Evo Morales. Los datos del referéndum nos dicen que en Tarija el 50% de la población hubiera esperado esa visita, en Pando el 53%, en Chuquisaca el 54%, y en Santa Cruz al menos el 40%. Es decir que la bochornosa toma de aeropuertos fue realizada por un sector particular que no tiene el respaldo de la mayoría de la población.

3. La “media luna” es un frente homogéneo que no aprueba el plan de Evo Morales. Gracias a los medios y a ciertos sectores políticos, daba la impresión de que el país estaba dividido en dos, una región claramente a favor de Morales y otra radicalmente opuesta. Resulta que la realidad no es así. Como lo acabamos de señalar, el presidente tiene apoyo en el 54% de la población en Chuquisaca, el 53% en Pando, el 50% en Tarija. La mal llamada “media luna” no es más que una asociación de empresarios que resguardan sus intereses, particularmente hermanados en Beni y Santa Cruz (y no hay que olvidar que la oligarquía cruceña mira como inferiores a los benianos). La “media luna” no existe, lo único que hay es una alianza de algunas élites que, en la mayoría de los casos dando la espalda a su propia población (particularmente en Tarija y Pando), y realizan pactos políticos para defender los negocios empresariales.

En suma, en el caso de Pando, Tarija y Chuquisaca, si los prefectos fueran verdaderamente demócratas y pretenderían representar a su población y no a las oligarquías de su región, deberían apoyar a Evo Morales, o al menos dialogar para encontrar los puentes entre el proyecto nacional y el departamental. En el caso de Santa Cruz y Beni, si estos prefectos se condujeran con un mínimo principio democrático, tendrían que escuchar a sus minorías locales (cuatro de cada diez benianos y cruceños) y atender las demandas de las mayorías nacionales (si quieren todavía vivir en una República llamada Bolivia).

Con los resultados del referéndum, se puede afirmar que no hay región en el país que no cuente con un amplio conglomerado humano que esté a favor del presidente y su proyecto de cambio, aunque el porcentaje varíe de acuerdo a las regiones (como sucede en cualquier lugar del mundo). En la historia de Bolivia, no ha existido un proyecto societal que haya alcanzado tal consenso. Ningún programa político, ningún líder, logró lo que Evo Morales. Hoy queda claro que el deseo del pueblo boliviano es seguir por el camino de la revolución democrática que encabeza el presidente, y esa voluntad se debe acatar.

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