Con la mirada en América Latina

En uno de los estantes de la librería Gandhi, me encuentro con el libro Para verte mejor, América Latina, que reproduce 177 fotografías de Paolo Gasparini y textos de Edmundo Desnoes. Con lo que me atrae el tema, lo hojeo rápidamente y decido adquirirlo. Ya en casa, busco con calma algunos indicadores que me ubiquen, pero me quedo con muchas preguntas. La primera edición salió en 1972, y la segunda en el 2009, ambas por Siglo XXI. Pero no hay un prólogo que me indique las circunstancias del primer volumen, el por qué de la reimpresión después de tanto tiempo, qué fue de la vida de Gasparini y Desnoes. Poco importa, el libro me interesa.

En sus páginas, me encuentro con deliciosos retratos de un continente que ya no existe y que, a la vez, sigue tan idéntico como hace cuatro décadas. Las imágenes se concentran en cinco tensiones y contrastes.

Los bandazos. Varias fotos recogen tomas confrontadas: edificios modernos y pobreza; autos lujosos y mendigos; publicidades de refrescos acompañadas de la miseria urbana. Aquí, parecen decir los autores, conviven la hipermodernización con la submodernidad.

Ambigua presencia del Estado. La materialización de las formas del Estado está presente en sus héroes hechos monumentos, sus slogans impresos en las plazas centrales. Los íconos de la nación recorren interiores y exteriores. Pero la burocracia administrativa sobre todo se deja ver en policías y militares, que irrumpen en espacios públicos con la torpeza que los caracteriza.

Mercantilización de la cultura. Algunas fotos muestran el proceso de convertir en postales folklóricas a las culturas. Una tienda ofrece productos de gran valía con motivos indígenas, su nombre: Casa Inca. Tampoco falta el indígena que ofrece su artesanía a unos turistas gringos, escena acompañada de una filmadora moderna.

La fantasía publicitaria. Varias imágenes dibujan un mundo mejor: pilas, autos, cigarros, refrescos, cervezas, aparatos electrónicos y así hasta el cansancio. Son ofertas que contrastan con la realidad, son tan ajenas como ilusorias.

Y la economía en sus distintas formas: el banco (“Banco de Londres y Montreal”, “Banco de América”, “City Bank”), con sus construcciones espectaculares, sólidas, imponentes y sus guardias en la puerta; el obrero afuera, con el rostro cansado y el casco en la cabeza, la vendedora que dinamiza la economía en el “mercado informal”, el niño que trabaja en la calle por unos centavos.

Es cierto, los autores juegan al contraste, pero no exageran, registran. Imprimen tal vez las contradicciones fundamentales de América Latina, en la cultura, en la economía, en las formas de la nación y el Estado. Leer estas imágenes a cuatro décadas de distancia nos devuelve la pregunta sobre nuestro rumbo y nos invita a evaluar nuestras acciones.

Comentarios

Liliana ha dicho que…
Es cierto, la fotografía tiene ese poder de síntesis. Pude vajar por internet "la fotografía como fuente de los sentidos", es muy interesante ver el poder que tiene la imagen, aunque es necesario gente que pueda interpretar un poco más allá, muy interesenta tu publicación!
Liliana ha dicho que…
Perdón por la falta de ortografia en el comentario anterior!!!!!
Roberto Abraham Scaruffi ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Roberto Abraham Scaruffi ha dicho que…
preciso y analítico

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