Gregorio Iriarte. La misión de leer la realidad


Creo que fue en el 96.  Yo volvía de un delicioso viaje en Europa –de esos extraños y esporádicos regalos de la vida- y mi último puerto de despedida era Madrid.  Cuando estaba en la fila de espera en el aeropuerto, me encontré con Gregorio Iriarte y Víctor Codina, íbamos a tomar el mismo vuelo.  Mi admiración hacia ellos era –y por supuesto sigue siendo- enorme.  Por ello, y seguramente por mi atrevimiento juvenil, cuando llegué al mostrador pregunté qué asientos se les había otorgado y pedí uno cercano, por lo que pude charlar en el largo viaje.

Años más tarde volví a ver a Gregorio.  Estaba haciendo mi tesis doctoral sobre la agrupación Iglesia y Sociedad en América Latina, instancia de la cual él fue un actor fundamental.  Fue muy grato encontrarlo en Cochabamba, tan sencillo y lúcido como siempre.  Después le perdí la pista, lo leía cada que me encontraba con su nombre en prensa, si mal no recuerdo el último artículo suyo que pude ver fue el que dedicó a Mauricio Lefebvre.

Se puede decir mucho de Gregorio, de hecho ya varias personas han comentado su partida y recordando su fructífera vida, su compromiso, lucidez, pertinencia y consecuencia.  Algún día me gustaría escribir algo sobre su aporte sociológico, pero por ahora sólo quiero subrayar la importancia de su Análisis crítico de la realidad (entre tantos títulos suyos).  Su texto fue publicado inicialmente en 1983 y se dice que hasta ahora tuvo 17 ediciones con 80.000 ejemplares.  Imagino que no hay un libro de ciencias sociales en Bolivia que haya alcanzado ese tiraje.  El documento tiene sin duda muchos aportes, pero uno de los que creo que hay que subrayar es que consolida la intención de sacerdotes de explicar y comprender –como quería Weber- la realidad social, y a partir de ella tomar postura religiosa.  Esta fue una de las inquietudes fundamentales desde los sesenta y el nacimiento de la Teología de la Liberación en América Latina, lo que se cristalizó en la fórmula teológico-pastoral “ver, juzgar, actuar”.  Lo que está detrás es una idea de Dios en la historia, y que la razón sociológica es una aliada –y no enemiga- para comprender mejor la dinámica social y actuar en consecuencia. 

Esta orientación por supuesto que fue colectiva, no es casual que Mauricio Lefebvre funde la carrera de Sociología en La Paz y que toda esa generación de sacerdotes haya incorporado las ciencias sociales en su formación.  Gregorio supo plasmarla con originalidad en su obra, por eso su trascendencia e importancia.

Es triste la partida de alguien como él.  Se apaga parte de un grupo de religiosos que le apostó a Bolivia y que comprendió que el camino de Jesús tenía que ver con la búsqueda de un mundo mejor.  Termino comentando aquella foto de 1979 –tomada por Alfonso Gumucio que la reproduce en su blog- en una manifestación de la Central Obrera Boliviana.  En ella aparecen Luis Espinal, Xavier Albó y al fondo, discreto casi imperceptible, perdido entre la gente, Gregorio Iriarte.  Todos pilares del cristianismo de la liberación en Bolivia, y como siempre, innegablemente anclados en medio del pueblo.  Compromiso, análisis y fe, parece ser la triada que ellos supieron bien construir.  Esa es quizás su mayor herencia.  

(Publicado en Página Siete, 23-10-2012)

Comentarios

Sebastian Paz ha dicho que…
Me ha gustado mucho el análisis que haces sobre el aporte que hizo Gregorio Iriarte a la Sociología en Bolivia, y su gran influencia en la formación sociológica de algunos jesuitas. Me han dado ganas de leer tu tesis doctoral, y más ganas aún de escuchar (sí, prefiero escuchar a leer) tu opinión sobre algunos temas que me vienen dando vueltas en la cabeza desde hace años. Paciencia, que ese día ya vendrá!

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